Diario de un tipo cualquiera de esos que te cruzas por la calle y al pasar por su lado te repele su triste olor a feo.

Estas palabras no merecen ser mas escuchadas que el acústico fluir de un pedo con regalito. Cuando tus ojos rebasen el último punto de este hediondo tocho resumante de mediocridad desearás convocar a todo un enjambre de rabiosos matones para poner fin a mi agónica existencia. Y no en vano pensarás que me harías un favor cual alma caritativa que remata al javalí verrugoso en el escenario de un furtivo crimen. Pero no me odies a mí, la culpa la tiene el mundo que me ha hecho así.

Este diario comienza en el santuario de un sofá frente a una televisión y me tiene a mí como protagonista. Mi corazón bombea la suficiente sangre para cambiar de canal y pestañear un par de veces cada media hora. Mi cerebro en reposo se desliza sobre un puñado de imágenes que apenas necesita comprender. Y mientras tanto un par de tetas me invitan a comprar un yogur para cagar mejor. Pero yo cago bien, pienso. Luego la imagen de las tetas vuelve a mi cabeza y resumo: que coño, compraré ese yogur.

Al cabo de las horas me presto un poco de atención y caigo en la cuenta de que tengo hambre. Pero no me levanto enseguida porque puede que esten dando algo interesante en la tele. Y aunque la avalancha de anuncios me haya hecho olvidar lo que fuese que estuviese mirando, hago un último zaping. Nada. Ni un jodido anuncio interesante. Puta mierda, tendré que levantarme y comer.

Me levanto y camino pesadamente hasta la nevera. Esta vacía, tendré que bajar al supermercado. Ya en la calle, por el camino hago una lista mental de todo lo que he decidido comprar mientras miraba la tele. Luego miro mi monedero. Con una barra de pan y unas rodajas de queso para fundir estaré servido por el momento. Pasan un par de niñatos a mi lado, esquivo a un vagabundo, envidio a un perro atado frente a un estanco y una hermosa mujer me rompe fugazmente el corazón. Pero aún así no puedo reprimir una mueca de satisfacción al cruzarme con un ijoputa mas feo y triste que yo.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Dicen que siempre hay gente peor que ti, o almenos esto me gusta pensar a mi.
a veces tambien pienso en toda esa gente superior a mi; y por consiguente: o me entran las ganas de hacer cosas inmediatamente, como regalar entradas de cine, construir un pozo para los sedientos... o simplemente me deprimo i decido no gastar mi fuerzas por algo que sera inutil.